
Querido Antonio:
Recientemente he pintado varios bocetos de un ventilador con ventana, en realidad el tema es lo de menos, lo que importa es la pintura, que voy creyendo pasa por la materia y el color, aunque también pienso que algo (en mi caso particular) se da a través de soportes con historia. Hoy he atacado masas de rojo pastoso, tres hélices en torno a un viejo cacharro blanco. Por un lado se proyecta una sombra marrón claro que baja hasta la base y lo contornea hasta su base, donde toma matices azules. Toda la escena es básica en colores, amarillos para un premarco donde se encastra la escena, blanco rosado para el pollete de la ventana que contiene el aireador*, y detrás el marco en verdes que da a un donde azul… Por donde el aire se cuela por la mezcla impura de los azules y blancos.
Creo, por lo que otras pinturas eme enseñan, que el interés pasa en ocasiones (nunca es siempre) por la materia y su tratamiento, por ejemplo, un piernudo de pintura extendida, larga, relamida… Con un punto en la rodilla de pasta de paleta sin apenas extender, genera un foco de atención y un punto de fuerza en la escena.
Sé… Que esto es un hablar muy vago, muy circunstancial, pero ¿no es así como se empieza a conocer? Ése aprendizaje que te menciono llevo tiempo viéndolo en algunos alumnos, aunque no es fácil nombrarlo, es una especia de oposición equilibrada donde “lo uno en cantidad resalta lo contrario en escasía*”. No tengo aún forma de más clara de nombrarlo.
Me viene a la mente las palabras de Séneca en una parte del diálogos de platón, concretamente en “Fedón o del alma“, donde dice lo siguiente:
“…no examinar detenidamente lo que se dice, y cansarse antes de haber hecho todos los esfuerzos posibles para conseguirla (la razón) es digno de un hombre perezoso y cobarde… Es preciso escoger entre los razonamientos humanos el más fuerte y embarcarse en él como una barquilla… A menos que sea posible encontrar, para hacer este viaje, algún razonamiento incontestable que nos ponga fuera de peligro.”
Leo este texto, escrito en defensa de la razón, en clave de creación, empujando la necesidad de valor y trabajo para criticar el trabajo de uno y de los demás, buscando ésa barquilla (o trasatlántico si se encuentra, que dudo exista) con la que transitar por la travesía de la creación.