Qrid. Antoño* y Basilio III

Cuanto menos produzco más trabajo, y creo que en el arte no se trabaja por trabajar, que se trabaja por necesidad interior. lo otro es producción.

Sin embargo, en la ciudad todo se torna confuso y ése “Antisoma” que tomamos por los sentidos nos despoja del silencio en el que podríamos vivir (y trabajar). Pienso que aveces no tenemos ni idea, que de tanto decir sobre ella, se nos olvida mirar la pintura y simplemente gozarla, con sus defectos y sus virtudes, sin crítica, sin comparación. ¿no es otra cosa lo que vale?…

Lamentablemente, yo mismo soy el primer criticón.

La palabra es… “ilusión”, quien produce ilusión en los demás es rico en humanidad, es así, quizá, como se encamina uno a la creación. Ilusión y preguntas, no afirmaciones, que quizá sirvan para conocer primero la intención y hacer aflorar después su propia voz y respuesta.

Quien produce ilusión en los demás es rico en humanidad

Sin embargo, a día de hoy las periferias de los proyectos no me dejan profundizar en nada y absorben todo mi esfuerzo, alejándome de ése aflorar. Pero ya sabes, aunque la forma no es estructura también hay que moldearla, a pesar de que a veces cueste más de uno y mil combates de letrista.

Precisamente hace poco me hablaba una llamada sobre la comunicación, acerca de lo que comunicamos y lo que SE comunica. Considero que “comunicar” no es siempre comunicar, sirve a menudo más para confundir que para aclarar, pero es ésa una batalla perdida, a mi me basta con intentar en mi práctica velar más que desvelar. Cada vez encuentro más gusto, y lo digo con la boca henchida de placer, en el natural, en pintar DESDE lo que se ve, y no lo que se ve.

En torno a esto, creo que si uno se hace pintor, escultor, fotógrafo… es porque necesita aprender a mirar, y digo pintor y todos los demás, y no artista. Los primeros hacen lo que necesitan para aprender a ver, y el último es capaz de hacer llegar su modo de ver a los demás, que es otro cosa.

No obstante, yo creo que nunca he sabido mirar, y que necesito, como tantos otros, darle forma a esas cosas que no acaban de encajar en mis ojos, que en realidad son ciegos (por tanto, una tarea infinita y circular)

Sin embargo, o quizá por eso mismo, siento la necesidad de dejar de escribiros, a ambos. Si bien no sois lo mismo el uno que el otro, necesito salir de la influencia de ése aura del arte, de la de ambos, y abandonar la losa que me pesa. Quizá sea para hacer lo mismo pero sin hacerlo, quizá, para siendo otra cosa, serlo un poco más en silencio y un poco más sano.

Noto últimamente que el aire está viciado alrededor de esta informe mesa, y temo ser otro Salomón mirando el reluciente bronce, buscando un algo que no se busca, que quizá sólo se encuentre, aunque no siempre tenga la forma que uno espere.


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