
Querido Antonio:
Me vienen a la mente, Antonio, las cartas de la Sra. Almazar, apoderada del Sr. Decalma. Es extraña la historia en que Antolín Dacalma, ya retirado del trabajo, y casi hasta de la vida, habría de encontrarse con requerimientos insospechados acerca de su yá cerrada obra.
Es de carácter sorprendente la Sra. Erminia, santa y ególatra, bien intencionada y egoista, o así se deja entrever en sus últimas actuaciones.
Las cartas de las que he tenido noticia revelan la extraña afinidad de Erminia “otros almuerzos”, entre ellos Julián Phinó, impresor y “filo” en general, muy amigo de la literatura de su tiempo, y a la luz de los acontecimientos cercanos, también ahora de las letras del Sr. Declama, que por lo general ha sido hombre ignorado por sus contemporáneos. El caso, Antonio, es que el Sr. Decalma se vea ahora invitado a participar, a sus años, en la farsa y satisfacer las ambiciones de “almuerzos”, como las de Phinó, de vocación tardía, pero encaminada a través de la cara sagitaria y la mano suelta de apoderada.
Es de extrañar esta amistad, lo sé, no parecían estar tan unidos, ni los intereses de ella parecen… estar claros, pues si Phinó es filántropo y se entiende su interés reciente por la obra de Antolín, no se sabe lo que apoderada ganará facilitando la sutil sugerencia de crear nueva obra al autor. Mas sospechoso resulta leer pretensiones deshonestas y especulativas sobre lo último que ya queda por devorar.
Que tan lentamente debe de haber transformado el amor en otra cosa
Me pregunto, Antonio, cuál es el papel de este personaje con tantas costuras, ahora que parece haber llegado la Erminia oscura, quién sabe hasta dónde puede llegar la sombra de la codicia, que tan lentamente debe de haber transformado el amor en otra cosa.
Urtzi
30 de abril de 2022