
Querido Antonio:
Vengo a contarte cosas que tu mano ya conoce, a decirte que pintar es generar ilusión, sin ella, el ejercicio de mirar carece de sentido.
Más allá del talento particular, creo que apenas se puede enseñar a mirar, nada mas puede uno hacer por los demás. Bastante me parecería llegar a conseguir algo semejante, pues este, el de mirar, no es un trabajo vacuo, e implica autocrítica y esfuerzo consciente. A cambio, uno sólo obtendrá lo que se conceda a sí mismo.
En el camino de ésta enseñanza quizá sólo haya una sola cosa esencial, ser fiel a uno mismo, pero las implicaciones de esto son tantas que lo mejor que se puede hacer, es delimitar, negar y negarse la posibilidad de lo que no conduce a ninguna parte. Sólo así hay lugar para lo que verdaderamente importa. En cuanto a lo que importa… es algo tan escurridizo que “lo que se busca no se encuentra, y lo que se encuentra, no se busca”(1). No obstante los esfuerzos no son en vano, pues son los que le construyen a uno.
Por todo eso, quien quiera aprender que no venga a mí, no tengo nada que enseñar, apenas tengo la inacción como premisa. Quien no quiera esta quietud, que se abstenga de perder tiempo.
Sin embargo, no me faltarán ganas de acompañar la mirada del otro y quizá señalar aquellos puntos en que convendría reparar, más aún si cabe, los hallazgos de la mano inocente. Y es que resulta de vital importancia atesorar los hallazgos del camino para después dejarlos marchar. Es en esos momentos, en los de hallazgo y abandono, en los que cambia el rumbo de la mirada (y del ser).
El camino da a una senda,
la senda es el camino, al que, quien quiera avanzar,
se ha de aventurar.
El que no lo haga no avanzará.
El camino curvo sigue sin necesidad de tomar senderos, y la senda son muchas y lo vienen a bordear.
¿Cuál es la correcta?
Yo ya encontré la mía, tú la has de buscar.
“Anagrama apócrifo LXXXII” «Anagrama inventado en base al Tao te King de Lao -Tsé»
Ya te he dicho anteriormente algo similar, pero cada vez me afianzo más en una posición, indefinida pero inequívoca, sobre lo que merece la pena ser enseñado y lo que no, por ejemplo: evitar lo no lleva a ninguna parte, y menos aún, lo que genera mayor confusión; Igualmente, evitar corregir esas maravillosas desviaciones naturales que algunos tienen en su mano, con tanto valor expresivo, y quizá hasta artístico.
(1) “El ravero”; Niño de Elche
Tu amigo Urtzi
a 28 de Noviembre del 2021